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Quierochat no funciona. Te contamos como chatear en tu sala favorita.

quierochat.com no funciona ¿Va a volver a funcionar?

¿Qué está pasando con quierochat.com?

Desde hace un tiempo, numerosos usuarios han reportado problemas al intentar acceder a quierochat.com. Algunos experimentan errores de carga, otros encuentran el sitio completamente caído, y hay quienes mencionan fallos al intentar iniciar sesión o comunicarse con otros usuarios. Esta inestabilidad ha llevado a muchos a preguntarse: ¿vale la pena seguir esperando a que vuelva a funcionar?

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Signos evidentes de abandono

Además de los problemas técnicos, hay claras señales de que quierochat.com ha sido abandonado por sus administradores:

  • La sección de noticias no se actualiza desde hace varios años.
  • El blog oficial permanece inactivo, sin nuevas entradas ni comunicados.
  • No hay presencia activa en redes sociales ni respuestas a los usuarios.
  • Las funciones del sitio están desactualizadas o no funcionan correctamente.

Todo indica que el proyecto ha quedado congelado, sin mantenimiento ni atención a la comunidad que alguna vez lo utilizó con frecuencia.

Problemas técnicos: conexión con el servidor IRC

Una de las características principales de quierochat.com era su conexión a redes IRC (Internet Relay Chat), un protocolo clásico pero que requiere configuración constante y adaptaciones técnicas. Es posible que muchos de los errores actuales se deban a fallos en la conexión con el servidor IRC al que se enlazaba el sitio.

Cambios en la infraestructura del servidor, actualizaciones de seguridad o caídas prolongadas pueden haber afectado gravemente el servicio, dejando al sistema de chat inoperativo si no hay personal técnico que lo mantenga.

Falta de rentabilidad como causa principal

Otro factor importante que podría explicar el abandono es la falta de rentabilidad económica. Mantener una plataforma como quierochat.com requiere recursos: hosting, ancho de banda, desarrollo, moderación, etc. Si el número de usuarios disminuye o la publicidad no genera ingresos suficientes, el proyecto deja de ser sostenible.

Esto, combinado con la falta de actualizaciones y la dependencia de tecnologías como IRC, convierte a quierochat.com en un servicio con bajo incentivo para ser mantenido.

Riesgos de seguridad y privacidad

Una plataforma inactiva también representa un riesgo para los usuarios. Tecnologías antiguas como IRC no cuentan con cifrado moderno ni protección de datos. La falta de actualizaciones puede dejar vulnerabilidades abiertas, exponiendo la privacidad de quienes aún acceden al sitio. En contraste, plataformas modernas como Trevia priorizan la seguridad del usuario desde el diseño.

Cuota de mercado en descenso

En su mejor momento, quierochat.com tuvo una presencia destacada en el segmento de chats en español. Sin embargo, actualmente su cuota de uso ha caído por debajo del 5% frente a otras plataformas que han sabido evolucionar en diseño, tecnología y comunidad.

A medida que la plataforma permanece inactiva, sus usuarios migran progresivamente hacia servicios más activos y confiables. Este desplazamiento, aunque gradual, es constante, y deja claro que quierochat.com está quedando obsoleto.

Una experiencia anticuada

Aunque algunos valoraban la estética simple de quierochat.com, la falta de renovación ha hecho que el sitio luzca anticuado y poco funcional frente a las expectativas actuales. La navegación no está optimizada para móviles, y la interfaz resulta lenta y confusa para nuevos usuarios.

Desventajas del modelo IRC

El uso de IRC implica limitaciones técnicas: no es amigable para móviles, no permite una moderación eficiente, y requiere mantenimiento constante. En cambio, los chats modernos basados en tecnologías web en tiempo real (como WebSocket) permiten entornos más seguros, dinámicos y adaptables.

Comunidad activa: la clave de todo chat

Sin usuarios activos, un chat pierde su esencia. En quierochat.com, la comunidad se ha reducido drásticamente debido a los fallos constantes. Por el contrario, plataformas como Trevia cuentan con una base de usuarios creciente y herramientas para fomentar la participación, como salas temáticas, eventos y moderación activa.

¿Qué opciones tienes si quierochat.com no funciona?

Cuando una plataforma de chat deja de estar disponible o se vuelve poco confiable, es importante evaluar alternativas. Algunas personas buscan otros chats públicos, mientras que otros optan por apps de mensajería, foros o redes sociales. Sin embargo, no todas estas opciones ofrecen la misma experiencia de conversación casual y sin registro.

Recomendación: prueba el chat de Trevia

Una de las alternativas más recomendables hoy en día es el chat de Trevia. Este servicio ha ganado popularidad entre los usuarios que buscan conversaciones espontáneas, sin complicaciones y con una comunidad activa.

Ventajas del chat de Trevia:

  • No requiere registro para chatear.
  • Interfaz moderna, ligera y fácil de usar.
  • Moderación activa para mantener un ambiente respetuoso.
  • Disponible desde móviles y ordenadores sin necesidad de app.
  • Actualizaciones constantes y soporte técnico disponible.
  • Modelo sostenible y enfoque en la experiencia del usuario.

Conclusión

Si quierochat.com no funciona, todo apunta a que su ciclo de vida ha llegado a su fin por falta de mantenimiento, viabilidad económica, vulnerabilidades de seguridad y fallos técnicos, como la pérdida de conexión con su servidor IRC. Además, con una cuota de mercado inferior al 5% y sin señales de recuperación, sus usuarios seguirán migrando poco a poco a plataformas activas como Trevia. Este chat moderno, seguro y con una comunidad en crecimiento es la mejor opción actual para quienes desean seguir conversando sin complicaciones.

Ser gay en Israel y en contra del genocidio

Ser gay en Israel: entre la libertad de Tel Aviv y la sombra del conflicto

Israel es un país de contrastes intensos. En un mismo territorio conviven la modernidad y la tradición, la apertura y la represión, la innovación tecnológica y una ocupación militar que ha durado décadas. Para una persona gay, la experiencia de vivir en Israel está marcada por esta dualidad: puede pasar del hedonismo de Tel Aviv a la hostilidad de los asentamientos ultraortodoxos en cuestión de kilómetros. Pero también, inevitablemente, vive bajo el peso de una realidad política sangrante: el conflicto con Palestina, y las acusaciones internacionales de genocidio.

Tel Aviv: un oasis gayfriendly en Oriente Medio

Tel Aviv es una de las ciudades más LGTBIQ+ amigables del mundo. Su desfile del Orgullo Gay, que reúne a más de 200.000 personas cada año, es el mayor de Medio Oriente. Bares, playas y clubes específicos para el colectivo abundan en esta ciudad costera que se presenta como un faro de tolerancia en una región marcada por la homofobia institucionalizada.

Aquí, muchos gays israelíes –y también extranjeros– encuentran un espacio donde vivir abiertamente su orientación sexual. Existen leyes que protegen los derechos del colectivo, el matrimonio entre personas del mismo sexo celebrado en el extranjero es reconocido, y muchas instituciones ofrecen beneficios igualitarios. La comunidad LGTBIQ+ tiene representación política, y no es raro ver parejas del mismo sexo caminando de la mano por la ciudad.

Pero este paraíso urbano también tiene su trampa: muchos lo señalan como parte de una estrategia de pinkwashing por parte del gobierno israelí, que exhibe sus credenciales progresistas en derechos LGTBIQ+ para blanquear, a ojos del mundo, su política hacia los palestinos.

La otra cara de la realidad gay en Israel: homofobia y represión en barrios ultraortodoxos y asentamientos

Fuera de Tel Aviv, la realidad cambia drásticamente. En barrios ultraortodoxos de Jerusalén, como Mea Shearim, la homosexualidad no solo es tabú: es vista como una amenaza. Personas LGTBIQ+ que viven o trabajan en estas zonas suelen ocultar su identidad por miedo al rechazo familiar, la expulsión de sus comunidades o incluso agresiones físicas.

En los asentamientos de colonos en Cisjordania –muchos de ellos de orientación religiosa o ultranacionalista– la situación no es diferente. La homosexualidad suele considerarse «antinatural» o «pecaminosa». No existen espacios seguros, y el aislamiento puede conducir a profundos conflictos internos, especialmente para los jóvenes que no tienen referentes ni apoyo institucional.

Además, tanto en estos territorios como en el sur más rural y conservador, las políticas progresistas que se promueven en Tel Aviv tienen poca o nula presencia. El contraste es brutal.

Ser gay y testigo del apartheid de Gaza y Cisjordania

Pero ser gay en Israel no significa vivir en una burbuja desconectada del contexto geopolítico. Cada ciudadano, incluyendo los del colectivo, forma parte de un Estado que controla militarmente a millones de palestinos en Gaza y Cisjordania. Desde octubre de 2023, con la guerra en Gaza intensificada tras los ataques de Hamás, han crecido las acusaciones de crímenes de guerra e incluso de genocidio por parte de Israel. Ser un ciudadano israelí, incluso liberal o disidente, implica inevitablemente ser testigo –y a veces cómplice– de esa maquinaria.

Muchos gays israelíes se enfrentan a un dilema ético: ¿cómo celebrar la libertad individual en Tel Aviv mientras a pocos kilómetros se bombardean barrios enteros o se impide a personas moverse libremente en su propio territorio? Algunos intentan resistir desde dentro, uniéndose a movimientos anticolonialistas y defendiendo los derechos palestinos. Otros prefieren no mirar, escudados en su identidad minoritaria como justificación para no asumir posturas políticas.

Entre el privilegio y la lucha contra el genocidio de Israel

En definitiva, ser gay en Israel es vivir una vida atravesada por contradicciones. Puede implicar una gran libertad en lo personal y, al mismo tiempo, una constante tensión moral. El privilegio de ser protegido por un Estado que te reconoce como sujeto de derechos no puede ocultar la realidad de que ese mismo Estado niega esos derechos –y los más básicos– a otros millones de personas.

La pregunta, entonces, no es solo qué tan fácil es ser gay en Tel Aviv, sino qué significa ser libre en un país que no lo es para todos.

Marco legal gay en Israel: avances importantes, límites persistentes

Israel no permite el matrimonio entre personas del mismo sexo dentro de su territorio, ya que los matrimonios civiles no existen en general para ningún ciudadano (ni gay ni heterosexual). Todo matrimonio debe celebrarse bajo alguna autoridad religiosa reconocida por el Estado, y ninguna de ellas acepta el matrimonio igualitario.

Sin embargo, Israel reconoce los matrimonios homosexuales celebrados en el extranjero. Esto permite que parejas del mismo sexo registren su unión y gocen de derechos como beneficios fiscales, herencias, pensiones y otras protecciones legales.

En cuanto a la adopción, desde 2008 las parejas del mismo sexo pueden adoptar conjuntamente, aunque el proceso suele ser más largo y burocrático que para parejas heterosexuales. Además, la gestación subrogada estuvo inicialmente restringida a parejas heterosexuales, pero tras años de batalla legal, en 2021 el Tribunal Supremo permitió el acceso a hombres solteros y parejas homosexuales, equiparando finalmente el derecho a formar una familia.

Otros derechos reconocidos incluyen:

Protección contra la discriminación por orientación sexual en el empleo y servicios públicos.

Servicio militar obligatorio para personas LGTBIQ+ sin restricciones.

Acceso a tratamientos de fertilidad, incluyendo inseminación artificial para mujeres lesbianas.

Estos avances han posicionado a Israel como el país más avanzado de Medio Oriente en derechos para personas LGTBIQ+. Sin embargo, esta realidad coexiste con resistencias culturales y religiosas profundas, especialmente fuera de las grandes ciudades.

Ser LGTBIQ+ y apoyar a Palestina: ¿hipocresía o coherencia ética?

En los últimos años, y con más fuerza desde el estallido de la guerra en Gaza en 2023, sectores de la extrema derecha han comenzado a atacar con saña a activistas LGTBIQ+ que se solidarizan con el pueblo palestino. Su argumento: que apoyar a Palestina siendo parte del colectivo LGTBIQ+ es una contradicción, ya que en muchos territorios palestinos no existen derechos para las personas homosexuales, y en algunos casos, ser gay puede ser perseguido o castigado.

Este discurso, que a primera vista apela a la defensa de los derechos humanos, es en realidad una trampa ideológica que intenta silenciar las denuncias contra el apartheid israelí y justificar una ocupación cada vez más violenta.

El argumento de la “incoherencia” en la extrema derecha sionista

Desde ciertos medios conservadores y voces pro-israelíes, se repite una idea: “¿Cómo puede un activista gay apoyar a Palestina, donde ser homosexual es ilegal o mal visto? ¿No sería más lógico apoyar a Israel, el único país del Medio Oriente donde existen derechos para las personas LGTBIQ+?”

Este argumento busca presentar a Israel como una isla de civilización y tolerancia rodeada de barbarie. En esa narrativa, Tel Aviv se convierte en un símbolo de libertad, y Palestina en un espacio retrógrado, incapaz de respetar los derechos individuales.

Pero este razonamiento ignora lo más básico: el respeto a los derechos LGTBIQ+ no puede usarse para justificar la ocupación, el apartheid ni mucho menos la violencia militar sistemática contra una población civil. Defender los derechos de una minoría no otorga carta blanca para violar los derechos de otra.

Pinkwashing: derechos usados como propaganda

Esta estrategia se conoce como pinkwashing: el uso de los derechos LGTBIQ+ por parte de un Estado para mejorar su imagen internacional, mientras se ocultan o minimizan otras violaciones graves de derechos humanos.

Israel ha sido acusado de practicar pinkwashing desde hace años. Promueve Tel Aviv como “la capital gay del Medio Oriente”, organiza festivales y campañas globales con fuerte apoyo estatal, y al mismo tiempo mantiene políticas de represión sobre la población palestina, incluyendo bloqueos, desplazamientos forzosos, bombardeos masivos y control militar cotidiano sobre millones de personas.

Lo que muchos activistas denuncian no es la existencia de derechos LGTBIQ+ en Israel —que son valiosos y merecen protección— sino el uso instrumental de esos derechos para encubrir una política colonial.

¿Y los derechos LGTBIQ+ en Palestina?

Sí, es cierto que en los territorios palestinos —especialmente Gaza, gobernada por Hamás— existen restricciones graves para las personas LGTBIQ+. La represión, la invisibilidad y el estigma social son una realidad. En Cisjordania, la situación es algo más abierta, aunque igualmente difícil. La sociedad palestina, como muchas en el mundo árabe y musulmán, arrastra normas conservadoras que excluyen a las diversidades sexuales.

Pero aquí es donde entra la coherencia ética del activismo interseccional: luchar contra la ocupación israelí no es lo mismo que apoyar a gobiernos religiosos o autoritarios. Es apoyar a un pueblo oprimido a tener autodeterminación, dignidad y libertad, condiciones que también son necesarias para que florezcan los derechos LGTBIQ+ en esas comunidades.

Los mismos activistas palestinos LGTBIQ+ que viven en la clandestinidad o el exilio suelen decirlo con claridad: no quieren ser utilizados como excusa para mantener una ocupación. Quieren liberarse de ambas opresiones: la de la ocupación israelí y la del patriarcado homofóbico dentro de su propia sociedad.

¿Hipocresía o compromiso de la comunidad LGTBIQ+ ante el genocidio de Israel?

Apoyar a Palestina siendo LGTBIQ+ no es una contradicción: es una postura política compleja, ética y valiente. Significa reconocer que los derechos humanos son indivisibles. Que no se pueden defender los derechos sexuales mientras se ignoran las bombas, los muros y los desalojos forzosos. Y también significa apoyar a los palestinos LGTBIQ+ que existen, resisten y luchan desde la marginalidad, sin ser instrumentalizados por ninguna bandera.

La verdadera incoherencia está en quienes justifican un genocidio en nombre de los derechos LGTBIQ+.

La defensa de los derechos humanos no puede ser selectiva ni utilizada como arma propagandística. El activismo queer, históricamente, ha nacido desde la disidencia, desde los márgenes, desde la solidaridad con otros cuerpos oprimidos.

Quienes acusan de “hipocresía” a las personas LGTBIQ+ que apoyan a Palestina en realidad están intentando deslegitimar su lucha, reducirla a una elección binaria y usar sus derechos como escudo para ocultar otras injusticias.

Pero no hay contradicción en defender la libertad de amar y la libertad de un pueblo. Al contrario: esa es la base de cualquier lucha verdaderamente humana.